Comento UN TIEMPO DULCE
De Carlos Olmo Gasco
por Norberto
Me demoré en comenzar a leerla, porque al recibirla y recorrer las primeras
páginas, descubrí enseguida un estilo ágil, que se deja seguir muy rápidamente
y que me atrapó desde el inicio. En esos momentos no contaba con tiempo para
dedicarle, así que esperé un poco y luego la leí de corrido en tres días. Fue
un acierto, porque siento que pude disfrutarla más intensamente. En realidad, a
mí me gusta leer así, no demorar demasiado con cada libro para no distraerme en
las esperas entre lecturas.
Primera apreciación: impactante.
Creo que en alguna oportunidad ya te había contado que me gusta mucho la
montaña, no solamente la fotografía del paisaje, sino vivir la montaña,
respirarla, recorrerla, caminarla, sufrirla, gozarla. Y me sigo debiendo, entre
otros tantos paisajes, visitar Perú.
También traigo a colación —esta manía de viejo de necesitar a veces justificar
sentimientos— que mi vida se marcó muy fuerte con el nacimiento y crecimiento
de mis dos hijos. Cada uno una historia diferente, pero con grandes
coincidencias, sobre todo al transcurrir sus períodos adolescentes. Uno nunca
termina de aprender a ser padre, siempre se está un paso atrás, y generalmente
solo, aprendiendo de los errores. Nuestros hijos nos comprenderán cuando sus
ciclos se completen y alcancen nuestro tiempo. Y para uno ya será tarde,
demasiado tarde. Pero es así.
Bueno, ya te enumeré las excusas sentimentaloides que me llevaron a
engancharme tanto pero tanto con tu historia, que repite con fría precisión
similares pasajes de la mía, al menos en el plano de las emociones, de no haber
podido alguna vez dar una respuesta, otras veces ni siquiera haber comprendido
que existía una pregunta, una demanda.
Por eso esta pausa, este respiro necesario antes del comentario.
Como todo lo que conozco de tus textos, también este se encuentra muy bien
escrito. Un lenguaje claro, quirúrgico, preciso. Casi te diría que esta vez me
suena bastante más concreto que en otros textos tuyos, como muy económico, muy
justo. Pero esta característica, algo distinta a las de tus relatos, esta
parquedad dicho en buen tono, le otorga mayor dramatismo a esta historia. Pesan
y se sienten esos espacios en blanco, esas particularidades que no se narran y
que uno presiente, esos huecos en el discurso de Alfredo, los silencios de
Laura Quispe, la intensa presencia del hijo a través de su ausencia, las
inevitables remisiones a la otra ausencia de la madre Alicia, el choque entre
dos generaciones, las nuevas costumbres.
Todos estos elementos en equilibrio, interactuando, aportando en mínimas
dosis para la desazón del personaje que va creciendo a un ritmo lento, pero
dolorosamente perceptible.
Retomo un concepto que mencioné unas pocas líneas atrás. La parquedad
narrativa. La siento en las descripciones de los personajes, no muy detallista,
más bien se trata de esbozos tan precisos que no dejan dudas sobre qué se nos
quiere transmitir. Y esto va hasta para los personajes secundarios, definidos
apenas en un par de líneas que no por ello pierden intensidad, mucho menos
protagonismo. Caso Marta y su presunto primo, o de Patty la prostituta del bar,
Julia la mucama en el hotel, Chabuca, Matías y Nacho, los amigos de su hijo
Javier, y hasta el mismo y odioso Salaverry, marido de Laura, y el típico
machista centroamericano y policía Luquin.
Y la historia reciente de Perú, también apenas esbozada, pero latente en
todo momento, flotando como entre las sombras.
Un acierto, porque con pocas palabras, con imágenes muy logradas nos ubica
en un ambiente desconocido y lejano.
Acertada también la inclusión del texto sobre el espacio curvo. Ese mismo
espacio que ahora transita Alfredo durante la búsqueda de su hijo, la búsqueda
y explicación de su propia historia.
Me duele el final, pero siento que resulta inevitable, como si todo lo
anterior no hiciera más que justificar la decisión del personaje. Por momentos
se me asomaba como previsible, pero en ningún momento cesó la intensidad
narrativa de este oscuro recorrido. Una perfecta historia de pérdidas, de
búsquedas y desencuentros. Una muy lograda muestra de cierta relación padre
hijo ex mujer, descubierta desde la óptica del personaje, que hasta que se le
plantea esta situación límite, no ha podido comprender la magnitud de los
episodios de su vida.
Seguramente me queda mucho más por decirte. Un gusto leerte, Carlos, espero
la próxima.